1. Ser testigos de actos de lectura.
Es porque nos ven hacer cosas que los niños tengan ganas de hacerlas : si nos ven leer, leerán.
2. Estar asociado con prácticas de lectura.
No hesitamos a leer con ellos textos que les interesan aunque les pensemos demasiado complejos.
3. Estar familiarizado con todos los escritos.
Así, aprenderán a leer escritos tan diferentes como historias, periódicos, cartas, carteles…
4. Estar destinatario de escritos.
Claro, se les inscribirá en la biblioteca, se les ofrecerá libros, se les recortarán artículos en los periódicos a propósito de lo que quieren, se les escribirá cartas.
5. Tener un estatuto de lector.
Jamás se pensará que son demasiado pequeños para preguntar sobre lo que está escrito y obtener las verdaderas respuestas.
6. Tener poder sobre su vida.
Pues, utilizarán la lectura como una ayuda esencial en la vida que empiezan, aún pequeñitos, a elegir.
Escribimos estas condiciones como indispensables y reunidas para aumentar al máximum las posibilidades de ser lector y no para asegurarse la lograda de ésta aprendida ; son dadas como necesarias, pero quizás no suficientes.